lunes, 1 de febrero de 2010

UCDC 38 - La Espada de Damocles

Índice La Ilustración que se acompaña fue realizada en 1812 por el pintor e ilustrador Inglés Richard Westall nacido en Reephan el 13 Ene 1765 y fallecido en Londres el 4 Dic 1836.
Hola amiguitos
En esta, como en tantas otras oportunidades, cuando comento alguna cosa, mi comentario está influido por las motivaciones que me acompañan durante algún trayecto de mi existencia
Desde hace varios y repetidos meses estoy atravesando una situación laboral indeseable por el componente de injusticia que la rodea y la transforma en un delicado motivo de preocupación.
Suelo resaltar mi privilegiada situación en general y la de mantenerme activo, laboralmente hablando, en particular, pero cuando alguno me sugiere que “es lo que hay” y que “debiera conformarme con eso”, le respondo que mi actitud ante la vida no permite una distracción de naturaleza pragmática como la citada.
Se trata de algo que ha demorado mas de lo necesario y debe corregirse.
Sobre mi cabeza pende “una espada de Damocles” que deteriora mi presente y amenaza peligrosamente mi futuro; en toda su extensión.
¿Una Espada de Damocles? ¡Caramba! ¿en 2010 amenazado por una espada?
Bueno, no exageremos en cuanto a la espada. No se trata de una espada metálica convencional. En este caso el daño que puede hacer es mas lento pero igualmente letal.
Veamos, mientras tanto, el significado y el origen de este famoso dicho.
Marco Tulio Ciceron entre otros (volvemos a nombrarlo luego del UCDC 26) cuenta una anécdota mas parecida a una leyenda que a la propia historia Griega.
En ella refiere a cierto tirano de Siracusa, don Dionisio y de un cortesano adulador llamado Damocles.
Damocles anduvo diciendo por ahí que Dionisio era un hombre sumamente afortunado porque tenía todo lo que quería; sus posesiones eran cuantiosas, su salud y su belleza eran incomparables, su palacio era magnífico.
No vamos a decir que a Dionisio le disgustaban los halagos pero… este Damocles parecía un poco cargoso y decidió hacerle un ofrecimiento: cambiar de roles por un día.
Le dijo: “Ya que tanto te deleita mi modo de vida ¿te gustaría probar vos mismo la magnitud de mi fortuna?”.
Damocles no podía creer lo que oía y estaba ansioso por gritar: “Sí, claro que me gustaría”.
Y allí fue Damocles a gozar de su día de fortuna.
Dionisio había ordenado que se preparara un diván dorado engalanado con un acolchado tejido y espléndidamente bordado con hilos de oro. Vajilla de añeja porcelana y recipientes de plata para la bebida.
Un selecto grupo de muchachos jóvenes, elegidos por su belleza, estaban a corta distancia de la mesa de Damocles para lo que éste requiriera; fueran ungüentos o guirnaldas, incienso o perfumes, bandejas de manjares o la mas selecta variedad de vinos.
Todo era pronto y delicadamente servido.
Obnubilado por la magnitud de su festín, Damocles tardó un tiempo en terminar de observar todo lo que lo rodeaba pero cuando alzó la vista vio algo que le congeló la sangre: pendiendo de una delgada crin de caballo, una filosa y pesada espada pendía sobre él apuntando a su propio cuello.
Ni que decir cuan urgente entendió que era preciso dejar de ser “tan afortunado” y pidió, rápidamente, ser devuelto a su condición de simple mortal siracusano.
Esta actitud de Dionisio quiso representar lo efímero e inestable que pueden ser el poder, la fortuna y la prosperidad que otorga ese poder.
El uso posterior de esta frase, se ha transformado para indicar una situación que puede empeorar en el futuro, un peligro inminente o una amenaza.
Estoy seguro de que muchos de Uds. ni siquiera imaginaron llegar a este punto.
Pero lo hicieron y se los agradezco.
Saludos, besos y abrazos
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Mario

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